lunes, 20 de octubre de 2008

Culturilla popular general

Como decía el humorista, ya fallecido, Paco Gandía cada vez que empezaba uno de sus famosos chistes, estos que a continuación cuento son casos verídicos, ocurrieron de verdad y no me invento nada, por muy increíble que pueda parecer.

En mis años de instituto, había un profesor de Ciencias Naturales que aseguraba que la inteligencia de una persona se podía ver en su frente. Si la frente del sujeto tenía ángulo, la persona era menos inteligente, mientras que a más verticalidad de la frente, más inteligente. Desconozco si la teoría era cosecha propia o era de algún antiguo científico con ganas de pasar a la historia.

Lo cierto es que había un chaval en mi clase, uno de los guaperas, que no era precisamente admirado por mí y mis amigos habituales y que precisamente tenía bastante ángulo en su frente, así que ya pueden imaginar las risas que nos montábamos a costa de dicho tipo. El chaval además tenía para más inri unas pronunciadas cejas, con lo que era conocido por nosotros como Cejudo (en referencia a la marca de ropa deportiva que solía vestir) o también Unicej (ya imaginarán ustedes por qué).


Quiero que quede claro que no es mi intención con esta entrada reírme de nadie ni mucho menos ridiculizarlo. Primero, porque imagino que esas personas no van a leer nunca este blog y después porque nunca quise hacerlo. Sólo cuento el mundo que me rodea y doy mi modesta opinión sobre algunos asuntos, con la que el lector estará a veces de acuerdo y otras no, pues como todo el mundo, fíjese. Respeto a todo el que se haga respetar y me interesan aquellas personas que tengan su propia opinión, coincida o no con la mía. Además, siempre pensé que yo también tengo cierto ángulo en la frente, así que ya sabéis.

Sigo con lo mío. Resulta que el otro día escuché una conversación entre dos vecinas que me inspiró para escribir este post. Hablaban sobre una muchacha que se casaba ese día. Una de ellas le preguntó a la otra:
- ¿Y con quién se casa?.
A la que la otra contestó:
- Pues con un muchacho que es peruano. Pero vamos, - siguió diciendo- que lleva muchos años ya en España. Y habla estupendamente español y todo.

Me quedé tan muerto como se habrá quedado el lector. No creo que haga falta que ponga más comentarios. Simplemente me gustaría repetir lo que dice una persona muy querida por mí, por cercana: "Esos son unos narfabetos" (habló el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


Recuerdo otra anécdota que me pasó en la Universidad. Teníamos una asignatura que era de Literatura. Como la forma de dar clases del profesor no me hacía mucha gracia, me pasé el cuatrimestre sin asistir a clase, por lo que para estudiar le pedí a una compañera los apuntes de la asignatura. La letra no era muy legible y tenía bastantes faltas de ortografía, como por ejemplo "voy ha estudiar" así con h en la preposición. Pero cuando se me cayeron los palos del sombrajo fué cuando se hacía mención al gran Shakespeare como "Chespik". Uf, fué demasiado para mí. ¿Es que no había nunca visto escrito ese nombre como para no aproximarse ni siquiera un poco?.


Tan solo me queda decir lo que una vez le dijo un padre a un hijo. Cuándo el chaval se frotaba los ojos y le decía al padre: "Opá, qué me pican los ojos", éste muy seguro de sí mismo le respondió: "Eso es que vas a romper a leer".

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